Aquí vengo,
como todos los años
a traer mis flores
virtuales.
Sé que llego tarde.
Como siempre.
Siempre es tarde.
Solo tengo como excusa
o cómo razón
o no sé cómo ni por qué
que toda esta semana he estado
reviviendo
-o debería decir remuriendo
pero no quiero decirlo-
esa puta semana de hace cinco años
en que me dijiste por última vez
-y cuando digo última, es última-
que me querías.
Pero yo te seguiré diciendo siempre
-y cuando digo siempre, quiero decir siempre-
que te quiero.