Cambalache 3,14 - La vidriera irrespetuosa


Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé.

De Emma Martín Díaz (I)

Aquí os dejo esta reflexión, que quiere contribuir a un debate, pero que dudo que lo haga. En fin...va en dos partes.

Hacía mucho tiempo que tenía pensado escribir esto, pero como siempre lo iba dejando para cuando pudiera escribir sin tareas pendientes. Sin embargo, la compra de la casa de Iglesias y Montero me ha decidido a posponer las tareas cotidianas para subrayar una cuestión de fondo que creo que afecta de manera decisiva el futuro de Podemos: me refiero a la necesidad de definir, y, lo más importante difundir, el proyecto político, o lo que es lo mismo, el modelo de sociedad, que queremos construir. Básicamente hay dos caminos: o avanzar en el modelo capitalista actual, basado en la acumulación por desposesión y no en la creación de riqueza mediante la producción, o empezar a sentar las bases de contestación a este modelo. A continuación voy a explicar brevemente cuáles son estos dos modelos. Adelanto que esto no es un ensayo académico y por tanto me limito a exponer ideas sin citar las fuentes, numerosas, que las sustentan. Asumo que la mayoría de quienes se atrevan a leer esto ya las conocen.

Porque yo me lo merezco

Esta frase resume de manera magistral la ideología capitalista, y es que es imposible oponerse a ella, porque, ¿quién no se merece un casopolón, un Ferrari, un rólex o cualquiera de las mercancías de lujo que constituyen los fetiches del mercado? Poco importa el hecho de que si todos tuviéramos estos fetiches perderían absolutamente todo su valor simbólico: serían relojes, coches o casas con un valor de uso y nada más. Su valor simbólico radica en que poseerlos es estar en un rango social de élite, como si la mera posesión del objeto o los objetos te otorgara esta cualidad. De esta forma se explican los discursos encendidos de quienes dicen que los líderes de Podemos tienen todo el derecho a tener una casa de 600.000 euros porque con su dinero hacen lo que quieran, y que no son ni mucho menos los únicos que se endeudan hasta las cejas para tener la casa de sus sueños, o cambiar cada cinco años el Mercedes o el BMW, y que endeudarse no es patrimonio de la derecha, y que ser de izquierdas no significa vivir bajo un puente. Las que tenemos ya unos años conocemos este debate, que se dio cuando el PSOE llegó al poder, aunque hay que reconocer que aquellos tardaron más que éstos en producir elementos para la discusión.

No cabe ninguna duda de que dentro de la lógica hegemónica capitalista están haciendo lo que hay que hacer, y en ese sentido Iglesias tiene el mismo derecho que Rivera, Sánchez o cualquier político a entrar de lleno y con satisfacción en la lógica del mercado y convertirse en un deudor de los bancos de por vida. También dentro de esa lógica resulta coherente acusar a los críticos de envidiosos sin más, asumiendo el apriorismo de que quien no lo hace es porque no puede, y no porque no quiera. En este aspecto nada diferencia a los defensores de Rivera de los defensores de Amancio Ortega, sus argumentos son los mismos, como misma es su aceptación sin fisuras del modelo. De este modo su lógica es inapelable, defender el derecho a endeudarse significa asumir que no hay otro mundo posible, o que si lo hay, es mucho menos interesante y atractivo que éste. Por tanto, las únicas medidas políticas posibles son la de intentar resucitar las recetas socialdemócratas de manera que cada vez más segmentos de la población puedan convertirse en deudores. Más Estado, más regulación y más empleo. Esta ha sido de siempre la apuesta del PSOE y su programa, que no proyecto, político, porque saben perfectamente que en el contexto actual volver al Estado del Bienestar resulta imposible en la medida en que los Estados han perdido competencias para regular las políticas económicas y estas se han trasladado a las instancias financieras. Mantener el discurso de lo social paradójicamente legitima el mantenimiento del modelo porque ofrece esperanzas no de transformación, sino de acceso. Resumiendo, la brecha social se agrandará entre unos pocos que, bien, por acumulación de capital , bien por endeudamiento hasta el límite posible, podrán adquirir determinados bienes y servicios, y otra gente cada vez más precarizada, sin capacidad de endeudarse y cuya única aspiración sea poder alcanzar esa dependencia total de las instituciones financieras.

No voy a entrar siquiera en el hecho de que si toda la población del planeta pudiera acceder al nivel de vida de la élite tendríamos que mudarnos a otros mundos por agotamiento de los recursos y acumulación de basuras, porque asumo que a quienes el modelo les parece perfecto el futuro les importa bien poco, y que en este caso la lógica es que quien venga detrás que arree, pero para aquellos que si les preocupa el futuro en otro post va la segunda parte.
Original aquí

2018-05-21 09:56 | Categoría: | Enlace permanente | Etiquetas: | Y dicen por ahí

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